domingo, 31 de mayo de 2009

El misterioso punto G de los señores


La compenetración es la clave.
Esther Balak en especial para El Tiempo.
Que levante la mano el hombre capaz de ignorar la posibilidad de hallar y activar ese punto en su cuerpo que, como un interruptor, puede dispararle placeres insospechados.
Me atrevo a decir que ninguno, porque el cerebro masculino es una máquina de creación de fantasías relacionadas con el sexo, ávida siempre por descubrir nuevas sensaciones ocultas. En eso, hay que reconocerlo, nos llevan ventaja.
Pero muchos frenan en seco y se hacen los desentendidos o entran en pánico cuando se enteran de que el domicilio de uno de esos puntos que los pone a mil queda justo ahí, donde solo puede llegar el urólogo (y eso), cuando muy a regañadientes se someten al examen de la próstata.
Me refiero al punto G, que ha tenido más prensa y más publicidad en el caso de las mujeres. Y si bien algunas de nosotras todavía tenemos dificultad para encontrarlo, por lo general siempre sabemos de qué nos están hablando.
En otras palabras, loshombres también tienen su punto G y como está relacionado con la próstata algunos lo llaman punto P. Claro, la mayoría simplemente lo ignora , porque una excursión por esa zona y aledaños simplemente está proscrita para todo aquel que se proclama macho. Solo los hombres y sus parejas que se permiten ciertas caricias sin dejarse llevar por el fantasma de la homosexualidad cuando encuentran gusto en ellas, pueden dar fe de su existencia. Este es un asunto más práctico que teórico: dicen quienes saben que este queda en la cara delantera, a unos centímetros entrando por ese sitio cuya sola mención espanta a los señores.
Claro, una cosa es encontrarlo y otra activarlo, lo cual requiere de máxima compenetración con la pareja. La clave es masajear suavemente, acariciar. De ahí en adelante todo se vale.
Algunos dicen que es la misma próstata, que al estar dotada de una gran infinidad de terminaciones nerviosas se convierte en una zona muy sensible y erógena. Tanto, que algunos creen que también se puede estimular externamente si se trabaja con cuidado en esa área ubicada entre los testículos y el ano.
En esta columna sólo puedo llegar hasta aquí, así que espero haber sido clara. Sólo me resta decir que lo intenso o lo gratificante que resulte es asuntos de cada uno.
Prefiero pensar que eso tiene que ver más con una demostración especial de la pareja en su intención válida de gratificar al otro. Y eso ya es bastante.
Como París, el punto G en los señores existe y dicen que es maravilloso. Eso no quiere decir que sea obligatorio visitarlo, pero qué bueno conocerlo. Hasta luego.

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