martes, 24 de febrero de 2009

El lado oscuro de vivir en EE.UU.


Los pobres en EE.UU. que dependen de cupones para comer
Los reciben más de 31 millones de personas. Y aún así muchas familias pasan hambre.
Edición de Jesús Ríos
En un experimento que ha tenido gran repercusión en la audiencia, el periodista de CNN Sean Callebs se propuso probar en carne propia cómo se puede vivir de los cupones de comida. O no. Sus experiencias quedaron plasmadas en un blog. Durante un mes intentó vivir gastando un máximo de seis dólares diarios y son pocas las veces que pudo comprar verdura y fruta fresca, cuenta. La lista de alimentos de Sean Callebs se asemejó a la de una dieta. "Una porción de cereales, una banana, una taza de té y faltan cuatro largas horas hasta el almuerzo", se lamenta, en su blog. Aunque de manera transitoria, Callebs corrió la misma suerte que uno de cada diez estadounidenses. Más de 31 millones de personas viven de su alimentación supeditada a los cupones, que son parte de los acuerdos presupuestarios entre el gobierno federal y los estados y proceden de un fondo especial del Departamento de Agricultura que eroga el dinero de los excedentes de las ventas por las exportaciones mundiales.
Es decir, lo que sobra, se convierte en cupones de alimentos, beneficio que se les da a las personas de menos ingresos y bajos salarios, a impedidos físicos, niños, mujeres sin empleos, madres solteras, envejecientes y ancianos y a quienes, no importando la edad o el estado físico, hayan perdido sus trabajos.
"Son las mayores cifras de todos los tiempos", afirma Ellen Vollinger, directora de FRAC, una organización que hace lobby en Washington en contra del hambre.Las personas más pobres cuentan con un promedio de 3 dólares diarios para hacer compras.
Es el lado oscuro de la vida en el país que reclama ser la mayor potencia del mundo. En Estados Unidos, quienes dependen de los cupones de comida que entrega "papá Estado" no reciben más que un puñado de dólares.Pero la mayor crisis económica de las últimas décadas hace que la cifra de necesitados aumente a grandes pasos. Nunca hubo tantos estadounidenses que dependan de este tipo de cupones. Y la tendencia va en aumento.
"Muchos estadounidenses ya no saben de dónde sacarán su próxima comida", subraya. El creciente desempleo hace que la demanda de cupones aumente constantemente, pero las necesidades no terminan ahí: cada vez son más los que, a pesar de tener un empleo, dependen de las "food stamps".Mucha gente tiene más de un empleo, pero los ingresos no alcanzan. "Muchas familias se saltan comidas para poder pagar el alquiler", dice Vollinger. "Los padres dejan de comer para poder dar algo a sus hijos y a veces hasta los niños pasan hambre en Estados Unidos. Es una vergüenza".Los cupones de comida empezaron a ser repartidos durante la Segunda Guerra Mundial. Hoy el gobierno ya no reparte cupones impresos, sino en forma de tarjetas electrónicas a las que se les puede cargar el valor del auxilio cada mes .
Desde 2008, el Ministerio de Agricultura evita usar el término cupón de comida. Su título oficial es "Programa de ayuda para complementar la nutrición", demasiado ostentoso para colocarlo paralelo a la crisis económica que sufre el país y que en realidad es un apoyo parcial para no estar desamparado totalmente y hacerle la vuelta al hambre.El plan de estímulo económico de 787.000 millones de dólares promulgado por el jefe de la Casa Blanca, permitirá aumentar el gasto en cupones de comida un 13%.Para recibir los subsidios del Gobierno para su alimentación las familias deben tener un ingreso de menos de 27.564 dólares anuales, para un grupo de cuatro personas.Los subsidios tienen un promedio de 109,93 dólares mensuales por persona y corresponden a un plan del Gobierno que representa una dieta de bajo costo, pero que técnicamente provee nutrición adecuada. Pero el plan aún tiene un estigma. "Quienes lo necesitan muchas veces rehúsan pedir ayuda", comenta la trabajadora social Srindhi Vijaykumar, de la organización DC Hunger Solutions, que promociona los cupones en las calles de Washington. Sobre todo es difícil llegar a los jubilados, inmigrantes y familias obreras, señala.Quien hace uso de los cupones se ve ante ciertas dificultades en el supermercado. Los necesitados cuentan con un promedio de tres dólares por día para hacer compras. Por esa razón se ven obligados muchas veces a hacer recortes en su alimentación."La gente sólo compra lo que es barato, se puede conservar bien y llena", comenta Vijaykumar. El crédito mensual suele consumirse en las primeras dos o tres semanas. Muchas familias van entonces a los comedores, acuden a la ayuda de organizaciones benéficas, de iglesias, allí ahora los desempleados se encuentran con sus otrora compañeros de trabajo y con un gran ejército de desamparados que ni siquiera tienen ese puñado de dólares para comprar algunos alimentos : ellos son, los sin papeles.
Primeras víctimas de la crisis, fueron los que encabezaron los despidos de las factorías que los empleaban al mínimo de pago y que ahora cedieron sus trabajos a quienes pueden mostrar un documento que les permite trabajar legalmente en los EE.UU.
Sin ninguna protección, ese gran grupo de ilegales residentes, sufre en carne propia la desesperanza y el abandono. La administración deberá de la misma manera que envía alimentación a países víctimas de hambruna, desplegar un programa interno que permita que personas sin la posibilidad de reclamar legalmente alguna comida, pueda hacerlo a través de un programa de emergencia diseñado especialmente para ellos. Según datos oficiales se estima que el hambre en EE.UU. irá en aumento. "Esta seguramente no será una recesión breve".La crisis golpea duro también a la clase media. Según datos del Departamento de Comercio, miles de familias recortan sus gastos y restringen salidas a restaurantes o visitas a la peluquería. El fin de la crisis parece lejos.
Se trata ahora como lo reconoce el presidente Obama, de “ colocar comida en la mesa de los estadounidenses” y no un problema técnico o político como lo hacen ver un gran número de congresistas y senadores, víctimas no del hambre por supuesto, sino de una ceguera humana que no les permite ver la realidad de un país que fue desbancado por sus mentores en el gobierno.

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