viernes, 8 de mayo de 2009

¿Tendrá futuro el Partido Republicano?


 Depende además de los resultados de la política de Obama.
Ante la realidad política actual, Vemon McCannell, líder del Grupo republicano en el Senado, advirtió que EEUU y su pueblo ahora se hallan frente a la amenaza de un partido arrogante que campea a su libre albedrío. Pero el cambio del destino del Partido Republicano no depende del temor de las masas norteamericanas al Partido Demócrata, sino del despertar del Partido Republicano de su propio “extravío”. 
Lo que sirve de un consuelo ligero a los dirigentes republicanos es que Snow y Collins , dos senadores moderados republicanos que votaron en favor del plan de estímulo económico igual que Spector, han manifestado que no saldrán del Partido Republicano, pero adviertieron que éste debe ser más inclusivo. Las palabras de “corazón” de estos dos senadores coinciden en lo fundamental con los comentaristas locales. Es posible que surja un partido gobernente de tendencia centro-derecha en EEUU, pero no se aceptará jamás un partido gobernante puramente derechista. Los republicanos deben ser más realistas.
Desde el punto de vista de lucha política en el Congreso, el Partido Republicano debe fortalecer antes que nada la unidad entre la derecha y la fuerza moderada en su seno. El estratega republicano Wafer señaló que si Obama y el Partido Demócrata logran controlar no sólo la izquierda sino también la fuerza mayoritaria del Centro, el Partido Republicano perderá en las próximas generaciones su voz y su papel de contención como partido de oposición. Puso sobre aviso al presidente del Partido Republicano Michael Steele que su tarea es consolidar la fuerza republicana para ganar las elecciones, y no es excluir voces disidentes en el seno del Partido para elevar la “pureza” del mismo.
En segundo lugar, el Partido Republicano no puede pasar por alto la voluntad popular diciendo siempre el “no” a Obama y al Partido Demócrata en los problemas financieros, económicos y diplomáticos, sino proponiendo soluciones competitivas. Por ejemplo, en el problema de fortalecer la vigilancia financiera, muchos congresistas republicanos se oponen a cualquier forma de vigilancia desde su raíz, y persisten en la solución de los problemas surgidos por el propio mercado financiero. Aunque enarbolan la gran bandera de proteger los intereses de los contribuyentes, su punto de vista no coincide con la mayoría de los expertos financieros, y menos aún puede persuadir a las amplias masas que han elevado sus quejas hacia el cielo contra los organismos financieros. 
Partiendo del objetivo a largo plazo de resurgimiento, el Partido Republicano debe adaptarse a la situación nacional e interncional caracterizada por un acentuado pluralismo en el contexto de globalización. En los asuntos internos, las etnias minoritarias han incrementado su influencia cambiando la situación en que los blancos monopolizaban las corrientes religiosas y las ideologías políticas. En el camino de reconstrucción, el conservadurismo necesita la integración, lo que exige mantener el inmovilismo económico y alto nivel moral de pequeño gobierno, así como tradicionalismo cultural, y persistir en la tesis de que un gobierno sin restricciones constituye una amenaza para la autogestión. Necesita una política conservadora en materia de la seguridad nacional, y necesita persistir en la tesis de que “un gobierno lleno de vitalidad y responsable es la premisa para defender los intereses y el status de la nación”. 
Lee Edwards, historiador que se dedica durante largos años al estudio del movimiento de conservadurismo de EEUU, sostiene que el fracaso del Partido Republicano en las elecciones intermedias de 2006 y en las elecciones generales de 2008 no se debe a su persistencia en el ideario de conservadurismo, sino precisamente a que iba contrario al conservadurismo tradicional. Ahora, dijo, el Partido Republicano debe regresar al punto de partida histórico de conservadurismo: persistir en la tesis evangélica y el ideario de gran gobierno, y romper con el neoconservadurismo que actúa con arbitrariedad en lo diplomático. 
Es necesario tener en cuenta que a pesar de que la gente no comprende por completo las connotaciones del conservadurismo, esta ideología aún tiene una gran fuerza convocatoria entre las masas populares de EEUU, ideología que se fortalece constantemente desde el Gobierno de Reagan. Una encuesta realizada antes de las elecciones generales de 2008 demuestró que el 57% de los norteamericanos reconocen que tienen una fuerte tendencia o un determinado grado de conservadurismo, y sólo un 35% de ellos piensan que creen firmemente o en una cierta medida, en el liberalismo. Esta creencia puede ser o no la base del resurgimiento del Partido Republicano depende del éxito del reajuste estratégico de ese partido, y desde luego, de los resultados reales de la nueva política de Obama.  

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