domingo, 3 de mayo de 2009

Keiko Fujimori quiere ser Presidenta.

Lidera las encuestas para el 2011.
Long Island Al Día.
La alerta sobre el eventual regreso al poder de las huestes del ex gobernante, sentenciado a 25 años de cárcel como autor mediato de dos matanzas y dos secuestros, no parece infundada. La candidatura presidencial de Keiko Fujimori, de 34 años, congresista con 602.000 votos, lidera algunas de las encuestas previas a las generales de 2011. El objetivo central de la aspirante es el indulto de su padre, que en julio cumplirá 71 años. "La gente le está muy agradecida", según su hija, casada con un estadounidense, primera dama entre los años 1994 y 2000, tras el divorcio de sus padres, y plenamente inmersa en la vida política desde 2005.
Son su legión los agradecidos hacia el hombre que controló la inflación, liberalizó la economía, derrotó a los terroristas de Sendero Luminoso y acaudilló una pirámide integrada por él mismo, como presidente de la República, la Comandancia General de las Fuerzas Armadas (general Nicolás Hermosa) y el Servicio de Inteligencia Nacional (Montesinos). El triunvirato sometió a la obediencia a todas las instituciones del Estado y demolió todo atisbo de discrepancia susceptible de prosperar políticamente. Los simpatizantes de un legado todavía bajo investigación judicial, con 1.500 procesados, maquinan su reacomodo desde una bancada parlamentaria que cuenta con 13 escaños en un Congreso de 120, pero cuyos votos son fundamentales.
¿Y quiénes son los deudos de Alberto Fujimori? "En primera línea, los empresarios que en sus 10 años de Gobierno hicieron grandes negocios y se volvieron más ricos de lo que ya eran", señala el sociólogo Ricardo Montoya. Después, los propietarios de medios de comunicación y periodistas también enriquecidos; los ex ministros y funcionarios beneficiados por las regalías, los congresistas que le deben el puesto, los dogmáticos "y los que siguen creyendo que es un error creer que los indios y los cholos tienen derechos humanos", agrega Montoya. El Chino es venerado en algunas comunidades andinas, amazónicas, y costeñas, y en barriadas de Lima y de otras ciudades, porque sus habitantes "se sienten sinceramente agradecidos porque con Fujimori tuvieron una posta médica, un teléfono comunitario, una carretera que hacía tanta falta y un local escolar bonito, de material noble".
La condena del Ex-Presidente, con una sentencia que trasciende el ámbito peruano y sienta jurisprudencia internacional, no llena de euforia a su víctima. "La verdad es que no me sentí contento. Tuve esa sensación solemne que te puede provocar la asistencia al ajusticiamiento de un ser humano que tiene una familia que sufre. No hay victoria completa, y todas te dejan una sensación de vacío". El vacío político dejado por un líder entre rejas ha sido ocupado por la militancia agrupada en los partidos Cambio 90, Nueva Mayoría y Sí Cumple, por balcanizados grupos de presión y por falanges ciudadanas.
Keiko quiere ser presidenta, pero aunque lo fuera y quisiera indultar a su padre, no podría hacerlo porque la Ley Antisecuestros del año 2006 lo prohíbe si el preso cumple prisión por ese delito, según el ex fiscal anticorrupción de Perú José Ugaz. El indulto es pues tan improbable como posible el purificado renacimiento de un movimiento nostálgico del poder. No hubo durante aquel decenio ámbito público ni actividad privada clave que fueran ajenos a los tentáculos de la pirámide instalada en el palacio de Gobierno de Lima. 

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