PEDRO RODRÍGUEZ /WASHINGTON
Acompañado de una sonrisa fuera de lugar, el único pirata superviviente del secuestro del capitán del carguero «Maersk Alabama» ha viajado hasta Nueva York, cortesía del gobierno de Estados Unidos empeñado en acabar con la impunidad de los bucaneros de Somalia. Ayer mismo ha comparecido ante un magistrado federal, planteando toda una serie de retos y dilemas a la Justicia americana que en más de un siglo no ha visto un caso de piratería en alta mar.
El joven pirata ha sido identificado como Abduhl Wali-i-Musi, que con otros tres compinches mantuvieron durante cuatro días como rehén al capitán Richar Phillips hasta que comandos de la Armada de Estados Unidos realizaron una celebrada exhibición de puntería. Por su delito de extorsión armada, Abduhl se enfrenta a una teórica condena a perpetuidad.
La cuestión de la edad
Diversos abogados especializados en derechos civiles han ofrecido sus servicios. Pero parte de la polémica judicial en Estados Unidos se centra en la edad del detenido. Su madre, Adar Abdirahman Hassan, ha insistido desde Somalia en que el detenido solamente tiene 16 años y que fue forzado a delinquir por «gangster con dinero». Además de solicitar un gesto de clemencia al presidente Barack Obama.
Especialistas forenses han confirmado que el joven tiene al menos 18 años, lo que facilitaría la labor de los fiscales federales no acostumbrados al complicado enjuiciamiento de menores de edad. Con todo, la piratería en alta mar está considerada como uno de los pocos delitos de jurisdicción universal. Lo que significa que el país que captura a un pirata durante la comisión de sus abordajes en aguas internacionales también tiene la opción de procesarlo.
Aunque todavía no se han formulado cargos detallados en el caso asignado al juez Andrew J. Peck, las autoridades federales han optado por un procesamiento en Nueva York en parte porque la Fiscalía y la oficina del FBI en Manhattan tienen experiencia sobre delitos en África, empezando por los atentados contra las embajadas de Estados Unidos perpetrados por Al Qaida en 1998. Además, Somalia sufre una situación de caos armado que se remonta a 1991, lo que ha descartado la posibilidad de una extradición.
Los buques militares que bajo los auspicios de la OTAN patrullan las inseguras aguas en torno al golfo de Adén han optado en diversas ocasiones por poner en libertad a los piratas capturados. La secretaria de Estado, Hillary Clinton, criticó esa práctica que a su juicio «envía un mensaje equivocado» al impedir una obligada y aleccionadora depuración de responsabilidades penales.
miércoles, 22 de abril de 2009
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