domingo, 1 de marzo de 2009

La abuelita de Obama


Mamá Sarah, la matriarca del clan Obama
LIAD con texto de semana.com
En la remota aldea rural de Kogelo, a unas siete horas de Nairobi, la capital de Kenia, las cosas han cambiado para algunos de sus 3.000 habitantes. Una nueva agencia de viajes abrió por el interés que ha despertado ese lugar de calles polvorientas, donde no hay ni restaurantes ni hoteles. Una de las regiones con mayores índices de sida y que fue azotada por las luchas tribales que el año pasado dejaron 1.500 en el país muertos.
El plato fuerte de ese negocio es el tour 'Obama, el humilde', que por 15 dólares ofrece un paseo de una hora por los lugares en los que el Presidente de Estados Unidos estuvo en las tres visitas que ha realizado. Quien tenga intenciones de pasar la noche puede hospedarse en una de sus pequeñas casas de barro por unos cuantos dólares más, aunque sin luz ni agua potable. La única que ya tiene estos beneficios queda a unos 200 metros de la agencia y se ha convertido en sitio de peregrinación obligada. "Esta es la casa donde Obama durmió", aseguran los guías improvisados.

Aunque sin duda es una construcción humilde de ladrillos y aluminio, tiene antena parabólica, una torre de electricidad y depósito de agua. Además está cercada, un lujo que muy pocos aldeanos podrían darse, pues la mitad de la población vive con menos de un dólar al día. Y es que su propietaria es nada menos que , quien desde la campaña electoral norteamericana se hizo famosa como la abuela del candidato. La mujer, que usa celular, se ha vuelto tan famosa que el bar del pueblo tiene su nombre y en él se puede disfrutar de una "Obama", la cerveza que allí se vende. En realidad la anciana, de 87 años, no es la abuela biológica del Presidente, "pero en África es común la poligamia y para los Luo, tribu a la que pertenece, los hijos que tengan el hombre es como si fueran de todas sus esposas", explicó Joana Socías, periodista española radicada en Kenia, quien tuvo la oportunidad de visitar a los Obama de África.

Sarah fue la última de las tres mujeres del abuelo de Barack, Hussein Onyango Obama, musulmán y reconocido hechicero, uno de los primeros hombres que se puso pantalones y camisa en lugar de la indumentaria tradicional de piel de cabra.

Hay un factor adicional para que el Presidente llame 'abuelita' a esta mujer. Sarah se encargó de criar al papá del mandatario, Barack Hussein Obama, cuando su verdadera mamá, Akumu, abandonó el hogar cansada de los malos tratos de su marido. Luego se casaría con un tanzano que la habría comprado a sus padres por una docena de vacas. Obama sólo conoció a Sarah a los 26 años, en 1988, cuando viajó a esa aldea para descubrir sus raíces. No había tenido mayor contacto con su papá, pues éste abandonó su hogar cuando el niño tenía 2 años. Allí, según cuenta en su libro Sueños de mi padre, lloró sobre la tumba de ese hombre que había pasado de cuidar cabras a estudiar economía en Harvard, después de ganar una beca en Hawai.

Ese keniano que dejó a Kezia, su segunda esposa en África, con un hijo y otro en camino para casarse con una estudiante blanca, Ann Dunham, de 18 años, con la que tuvo otro niño al que bautizó como él: Barack Hussein.

La unión duró poco y el padre regresó a Nairobi. En total tuvo cuatro mujeres y ocho hijos. Barack sólo lo vio de nuevo cuando tenía 10 años y a veces recibía cartas suyas. En la casa de Sarah también supo que su papá se había convertido a la iglesia adventista, y que había tenido aspiraciones políticas fracasadas por la rivalidad de los Luo con la etnia mayoritaria, los Kikuyu. Murió en un accidente de carro en 1982, cuando era ya un borracho frustrado.

La abuela recuerda que desde el primer encuentro con su nieto le pareció un muchacho inteligente y servicial, que la tomaba del brazo y la acompañaba al mercado a vender sus frutas y verduras. Aunque ella no habla inglés y los conocimientos de Obama de la lengua Luo se limitaban a un "musawa" (¿cómo está ), pudieron comunicarse con ayuda de Auma, hermana media de Barack, quien lo había visitado en Estados Unidos a mediados de los años 80 motivada por las historias que su padre le había contado sobre un hijo norteamericano.

Un salón de la casa de 'mamá Sarah' es testigo de la historia familiar, de las visitas de su nieto (realizó dos más en 1994 y en 2006), y de sus éxitos: exhibe una foto del joven Obama cargando un bulto de maíz al lado de carteles con la consigna de la campaña "Yes, we can". Y como ella fue a la posesión, donde por primera vez cambió sus vestidos floreados, por pantalones para soportar el frío, trajo una imagen de su nieto en tamaño real que también hace parte de su decoración. La familia de Obama ha despertado tanta curiosidad, que ha recibido 50 visitas en un día, incluidos quienes van a rogar por una visa gringa y periodistas del mundo "que todavía asustan a los niños que les gritan 'mzungu' (hombre blanco)", comenta Joana.

Aunque Sarah suele recibir a quien llegue con una sonrisa y una taza de té, su hijo Said regula el acceso de los medios. Algunos de los hermanos de Obama cobran entre 100 y 300 dólares por hablar 15 minutos. "Mi tiempo vale mucho. Soy el hermano del Presidente de Estados Unidos", contesta Malik musulmán, polígamo y dueño una tienda de electrodomésticos ubicada a una hora de Kogelo. Asegura, aunque pocos le creen, que el dinero es para su fundación Barack H. Obama, dedicada a realizar proyectos para la comunidad.

George Hussein es quien más pide, aunque confiesa que el Presidente es un extraño para él. Vive harapiento en uno de los barrios más pobres de Nairobi y hace poco fue detenido por tener marihuana, lo que puede acarrear siete años de cárcel, pero que por ser quien es no pasó a mayores. Pese a que con unos amigos montó un grupo para recoger basuras, es el vago del clan. En nada se parece a Auma, quien también vive en la capital después de haber residido en Inglaterra. Es trabajadora social y colaboró en la campaña presidencial. Y mientras los Obama disfrutan de mejores condiciones, los lugareños se quejan de que no pueden pagar la luz, y de que el Presidente no ha cumplido la promesa de ayudar a un colegio que lleva su nombre. Aun así en Kogelo se respira esperanza. Uno de los suyos ha sido ungido como el hombre más importante del mundo y ha puesto a esa aldea en el mapa del planeta.

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