Por: Jesús Ríos
Un día antes de la toma de posesión Barak Obama ayudó a la limpieza de un vetusto edificio público en el sureste de Washington y allí entre rodillos y pintura, quizo dibujar lo que sería su mandato. Reconstruir la imagen trabajando sin descanso, con la prisa por obtener un pronto resultado y rodeado de la mejor labor de sus colaboradores. Allí al cabo de un buen rato de trabajo, se le veía fresco y sin prisa, sin asomo de fatiga, siempre sonriente y ufano.
Esa imagen seguramente será la que marque la pauta en el trabajo de Barak, en momentos en que la fuerza del diálogo puede interponerse a la realidad de los acontecimientos. El trabajo duro está por comenzar y la gente va a necesitar más paciencia que la esperanza mostrada y que dió como resultado su elección como presidente.
El presidente ha mostrado en esta semana templanza y moderación
Sólo se le ha visto perder los nervios una vez y fue en el momento de pronunciar las palabras ordenadas para cumplir con el requisito de someterse a la constitución, en el que cambió el orden establecido y que precisó la toma de un nuevo juramento, como si la historia le dijese. ¿Realmente quieres ser presidente de estos Estados Unidos de América?
En su primera semana de trabajo, se ha convertido en todo un destructor del edificio de seguridad, control y detención levantado por su antecesor y de esa misma manera deberá encarar los días difíciles que le esperan.
Sin molestar a nadie, sin apelar a sus poderes extraordinarios como presidente, con moderación, integrando personas a sus decisiones, se está dando cuenta que los problemas son de tan grueso calibre, que los primeros éxitos van a llegar, no en días, ni en semanas. De seguro que se van a necesitar meses y hasta años para lograr los primeros resultados.
A pesar de haberle metido mano a la prohibición de la tortura, a las cárceles secretas de la CIA, al levantamiento de las restricciones de las ayudas internacionales vinculadas al aborto, lo mas duro del trabajo está por llegar.
Obama se reunió nuevamente con su equipo asesor en lo económico y antes que se comience a gastar la partida de 350.000 millones de dólares para el rescate financiero, ya se dice que será necesaria la aprobación de una cifra aún mayor, porque lo calculado en 850.000 millones, será un parche que no servirá para recomponer las bases de una economía que soportó un bombardeo inclemente en pasadas administraciones.
Obama tiene un montón de escépticos en el campo republicano a los que trata de ganar para su causa. Primero, ha intentado no molestarlos, firmando el decreto sobre el aborto sin cámaras y a última hora del viernes. Segundo, va a reunirse con sus líderes en el Congreso el próximo martes para procurar aunar voluntades. Pero también les ha advertido que no va a ceder (mucho) en lo que considera aspectos de principios del plan económico, como son los subsidios de desempleo y otras ayudas sociales, a las que los republicanos se oponen. "Eso son diferencias de tipo filosófico, y en ese caso yo soy el presidente", les recordó el viernes a los principales líderes políticos.
El presidente comparte la urgencia de los republicanos de invertir en aquellos sectores de la economía que más rápidamente crean empleo, pero considera que eso no es suficiente. "Esto no es sólo un programa de corto plazo para potenciar el empleo", explicó ayer, "es un programa para invertir en nuestras principales prioridades, como la energía y la educación, la atención sanitaria y las nuevas infraestructuras, que son necesarias para mantenernos fuertes y competitivos en el siglo XXI".
El reto económico, por sí solo, justificaría el esfuerzo de una presidencia. Pero Obama tiene, además, que hacer compatible ese trabajo con el de contener la extensión de la inestabilidad internacional.
Obama se ha estrenado con una voluntad negociadora en política exterior y ha señalado, junto con la nueva secretaria de Estado, Hillary Clinton, que la diplomacia será el primer instrumento de esa política. Pero, de nuevo, también en este asunto, la fuerza de la realidad puede crudamente interponerse.
Mejor, por tanto, que Obama no se apresure Esto va a ser una carrera de obstáculos a la velocidad de la fórmula 1. Abróchense los cinturones.
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