Tecnologia del futuro o cuestión de suerte.
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Los científicos tienden a despreciar la ciencia ficción por su falta de exactitud. Pero los estudios muestran que las historias futuristas han sido fuente de inspiración para el desarrollo y el avance de la ciencia. Es el caso de Star Trek, una serie de televisión que se inauguró en 1966 y que aún hoy, cuando en el mundo se exhibe la más reciente película de esta saga, sigue cautivando a todos los públicos.
Las puertas automáticas, la comunicación móvil y los computadores de pantallas táctiles son apenas unos ejemplos de las posibilidades que tenía la tripulación a bordo de la nave Enterprise hace 43 años y que hoy son parte de la vida cotidiana. ¿Fueron visionarios? ¿Influyeron en la tecnología del futuro? ¿O se trata de chiripazos? Es posible que sea un poco de todo. A diferencia de las historias de ciencia ficción de los años 60, que se basaban en monstruos que amenazaban la raza humana, Gene Roddenberry, autor de la saga, se asesoró de escritores y científicos para darles vida a estos personajes en su misión de explorar el espacio en el año 2063. "Para la ciencia ficción de terror no era importante el sustento científico, pero sí lo era para 'Star Trek', más enfocada en las relaciones entre los miembros de la nave y seres de otros planetas", dice Gustavo Gómez, periodista y consumado 'trekkie', como se conoce a los seguidores de esta serie de culto.
¿Aló? Habla el capitán Kirk
Para muchos, las comunicaciones han sido el área en la que más se ha acercado la serie a la realidad. En 1966 una conversación entre los miembros de la tripulación comandada por el capitán Kirk se hacía a través de aparatos del tamaño de una caja de cigarrillos, sin necesidad de cables ni operadoras. Hoy, la telefonía móvil domina el planeta. La Organización de las Naciones Unidas estimó que el 60 por ciento de la población mundial usa un aparato de estos. Incluso, algunos teléfonos móviles parecen inspirados en los de la serie de televisión original. El concepto de la tecnología Bluetooth tampoco era extraño para los protagonistas de Viaje a las Estrellas, quienes podían transmitir datos de una computadora a otra sin cables. Y el pequeño auricular que usaba la teniente Uhura para comunicarse ha sido señalado por muchos como el precursor del manos libres.
El ojo clínico del doctor McCoy
El método que utilizaba el doctor McCoy para saber qué enfermedad padecía alguien a bordo era rápido y certero. Esto, gracias al Tricorder, que permitía escanear el cuerpo del paciente sin necesidad de incisiones. Aunque los aparatos de hoy -la Tomografía Axial Computarizada (TAC) y las Imágenes de Resonancia Magnética- son más voluminosos que el suyo, básicamente hacen lo mismo: diagnósticos precisos y rápidos. McCoy además tenía un atomizador para suministrar la medicinas sin necesidad de inyecciones. Desde 1970 existen inventos similares pero los médicos aún siguen prefiriendo las fastidiosas jeringas.
Humanos, vulcanos, klingons
A partir de 1995 los científicos han encontrado planetas más allá del sistema solar. Según la revista Scientific American, se han catalogado ya más de 300 que orbitan en diferentes lugares de la galaxia y que orbitan su propia estrella, así como la Tierra lo hace con el Sol. Incluso la Nasa busca cuál podría ser similar al Planeta Azul. La exploración en la Tierra ha fortalecido la idea de que existe vida en el universo, pues se ha constatado que muchos microorganismos pueden sobrevivir en condiciones extremas. Las misiones a Marte, donde podría haber algún tipo de vida, son respuesta a esos hallazgos. Pero las posibilidades de que esa vida sea similar a la que conocen los humanos son remotas, según Lawrence Krauss, físico de la Universidad de Arizona.
Al infinito y más allá
Según los postulados de Einstein, no hay nada que viaje más rápido que la luz. En todos los episodios de Star Trek, la nave exploraba planetas desconocidos dentro de la galaxia, pero se saltaban esta teoría. Warp era una referencia obligada, pues este término, inventado por los escritores, indicaba la velocidad a la que navegaba el Enterprise. El concepto era que si bien una nave no se podía mover a la velocidad de la luz, sí se podía mover el espacio-tiempo. De este modo la velocidad Warp acercaba los destinos y hacía innecesario viajar a la velocidad de la luz. "Pero para hacerlo hoy se necesitarían cantidades inconcebibles de energía para expandir y contraer aun pequeños pedazos del universo", dice David Batchelor, del centro Goddard de la Nasa. Por eso, aunque la idea es posible para algunos teóricos, para muchos sigue siendo tan osada hoy como lo era en los 60.
"Transpórtame, Scotty"
La principal razón que tuvo el escritor de Star Trek para crear la famosa teletransportación fue la economía. Grabar el descenso y el ascenso del Enterprise a algún planeta en cada episodio era costoso en tiempo y en dinero, así que la solución era que los personajes de la serie simplemente aparecieran allí. Para ello se ubicaban en una cámara que los esfumaba de la nave y los reaparecía en el lugar deseado. La idea, sin embargo, no ha parado de rondar en la cabeza de los científicos. Recientemente, investigadores austríacos lograron transportar fotones (pequeñas partículas de luz) desde una orilla del Danubio hasta la otra. "Pero una cosa mucho más compleja sería transportar materia como protones y electrones, cuya cantidad en un ser humano puede llegar a ser millones de millones", dice Gregorio Portilla, físico de la Universidad Nacional. Hay que aclarar que los científicos conciben esta idea no como el viaje de la materia en sí, sino de la información de la persona, como hoy sucede con Internet. El obstáculo principal, además de los éticos (se podría hacer fotocopias de un ser humano), es el Principio de Incertidumbre de Heisenberg, que establece un límite en la medición del estado dinámico de las partículas subatómicas.
Túnel del tiempo
A decir verdad, muy poco se ha avanzado en estas cuatro décadas para lograrlo, pero la física de hoy no niega esa posibilidad. El viaje en el tiempo hacia el futuro, sin embargo, tiene más probabilidades entre los científicos que un viaje al pasado, pues este último provocaría muchas paradojas: un viajero que va hacia atrás en el tiempo podría prevenir que muchos hechos sucedieran y cambiar así el curso de la historia, incluso la suya propia. Pero, como lo dice Clifford Pickover, autor del libro Agujeros Negros, lo más importante es no creer a ciegas que algo es imposible. "Es probable que nuestros nietos logren juntar la teoría de cuerdas con la de la relatividad de Einstein y con la mécanica cuántica" y, como decían en la introducción de la serie, lleven a la humanidad a lugares donde nadie había ido antes.
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