lunes, 6 de abril de 2009

América Latina es la que más depende de las remesas

Economías dolarizadas dependen del valor de divisa estadounidense.
LIAD
La presente crisis económica global aterrizó en América Latina en la segunda mitad de 2008 y lo hizo para quedarse. Aunque la región parecía estar vacunada ante el tsunami que emergió de Wall Street, la realidad marcó otra pauta. Además del contagio financiero y comercial, hay una tercera vía que va a afectar a la economía latinoamericana: la caída del dinero enviado desde el extranjero. De todas las regiones emergentes, América Latina es la que más depende de las remesas.
Hasta ahora, los flujos de dinero enviados desde los países de destino de los migrantes podían llegar a compensar un periodo de bajo crecimiento en los países receptores. El freno en la economía mundial, sin embargo, no deja indemne a la región. La proyección de crecimiento que el Banco Mundial estima para América Latina ha caído de un 2,7% previsto el año pasado hasta un 0,3%.
Pero en esta ocasión, la crisis no ha sido causada por las economías emergentes. Por primera vez, la debacle se originó en el país del que parten la mayor parte de las remesas del mundo, Estados Unidos, y ha golpeado sin piedad al principal emisor europeo, España.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala que los inmigrantes latinoamericanos enviaron a sus países 69.200 millones de dólares en 2008, lo que supone un incremento de tan sólo el 0,9% frente a 2007. Además, el presente año será el primero desde que el BID comenzó a estudiar los datos de envíos de dinero, en 2000, en que se registre una caída. Esta tendencia fue evidente en el último trimestre de 2008, cuando el dinero enviado desde el extranjero cayó un 2%. El derrumbe se agudizó el pasado mes de enero, con un desplome que oscila entre el 11% y el 13%, según los últimos datos del BID.
"La caída era esperada, y seguramente vaya a más, pero en cualquier caso su efecto va a ser mucho más moderado que el provocado por la vía comercial, donde la caída de ingresos supera ya el 20%, o por la vía financiera", matiza José Antonio Ocampo, ex secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y profesor de la Universidad de Columbia.
Aunque quizá en el plano macroeconómico el descenso de las remesas no se note, la esperada contracción del dinero enviado desde el extranjero trastocará la calidad de vida de muchas familias latinoamericanas. Según el último informe del BID, el envío de dinero desde el extranjero ha significado un recursivo para luchar contra la pobreza. El 60% del dinero se utiliza para cubrir necesidades diarias como alimentos, vestimenta y alojamiento y, especialmente, gastos sanitarios. Un estudio de la Universidad de Maryland, realizado en 2007, expone que algunas poblaciones pequeñas dependen enteramente del dinero que llega de Estados Unidos y Europa. Es el caso de Chiquimitío, un pequeño pueblo ubicado al sur de México, o de Gualaceo en Ecuador que ha visto decrecer su población en un alto porcentaje. Las opciones para quienes se quedan son pocas.
¿Bastaría entonces sólo con adecuarse a la nueva realidad económica? En principio sí, pero ese sólo es muy relativo, tal y como explica Luis Jorge Garay, economista colombiano, que ha estudiado el efecto de las remesas en su país. "Los migrantes han adecuado sus patrones de vida al dinero que han ido ingresando todo este tiempo. Consumen más, por ejemplo; algunos han decidido no trabajar. Los neoliberales dicen que las remesas han producido una situación de aperezamiento en los países de origen, algo que es parcialmente cierto. Muchos hogares tendrán que cambiar sus patrones", argumenta Garay.
El cambio, sin embargo, no se produce ni se producirá de la noche a la mañana. Las remesas son un residuo, el dinero que mandan los migrantes una vez que han cubierto sus gastos básicos en el país de destino. El impacto de la caída del monto de dinero enviado será diferente dependiendo del país de origen del migrante. Los países andinos -Ecuador, Perú y Bolivia- van a ser los más damnificados por la disminución de las remesas.
Las fluctuaciones en las tasas de cambio representan un factor importante en varias economías latinoamericanas, con efectos distintos. El peso mexicano y el real brasileño, por ejemplo, han perdido terreno frente al dólar estadounidense en los meses recientes, y como consecuencia, el dinero enviado desde Estados Unidos ha visto incrementado su poder adquisitivo.
La mayoría de los inmigrantes de países como Honduras, Nicaragua o El Salvador viven en Estados Unidos; los países centroamericanos, con economías dolarizadas, dependen directamente del valor de la moneda estadounidense.
"Si en México o en Colombia, por ejemplo, las remesas caen, pongamos, un 10%, pero la depreciación de la moneda es del 30%, tienen una compensación en torno al 20%", ilustra José Antonio Ocampo.
Las remesas representan un papel decisivo en las economías de la región. Según los datos del Banco Mundial, el país de América Latina que más depende de las remesas es Honduras. La cuarta parte de su PIB proviene del dinero enviado desde el extranjero. El organismo recuerda que es la quinta economía mundial con tal dependencia de las remesas.
México, que concentra un tercio del total de las remesas enviadas, es el principal receptor de América Latina. Sólo es superado en el mundo por China e India. Los 30 millones de personas de origen mexicano -algunos están nacionalizados- que viven en Estados Unidos no son ajenos a la crisis. Así lo corrobora José Díaz, presidente del Club Rafael Carrizal, miembro de la Asociación de Clubes Michoacanos en Chicago. Uno de cada 10 inmigrantes mexicanos en Estados Unidos proviene de Michoacán, un Estado al occidente de México. "Está muy difícil, [los estadounidenses] no quieren gastar", explica Díaz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escriba aquí su comentario y gracias por visitarnos, si desea dejar su nombre seleccione "nombre" en la ayuda.